“Como
decíamos ayer”… Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca a sus alumnos,
nada más volver de la prisión de Valladolid donde le habían encerrado de 1572
al 74 por la osadía de traducir el Cantar
de los Cantares a la lengua castellana. ¡Menudo atrevimiento! Esto fue
inicialmente considerado un sonoro escándalo y un fracaso profesional de su
autor, que fue no solo defenestrado de su cátedra sino juzgado y encarcelado. Por
suerte, Europa no era como es ahora y cuando salió de la cárcel, Fray Luis pudo
incorporarse a su cátedra de Filosofía Moral en la Universidad de Salamanca. Siguió
enseñando y escribiendo obras maestras. No mucho tiempo después la Biblia fue
traducida a la mayoría de idiomas europeos y las lenguas europeas dejaron de
ser consideradas vulgares.
Colón,
por su parte, recibió financiación de la corona de Castilla para fletar tres
barcos hacia la nada… sólo a partir de unos cálculos teóricos sobre un inusual
modelo de la forma de la tierra y la posición de las Indias. Cálculos muy
controvertidos y que no eran respaldados por la mayoría de los “key opinion
leaders” científicos de su época. Sin embargo, consiguió la financiación de un
estado en plena guerra, cruzó el Atlántico y fracasó en su empresa de encontrar
las Indias. Cálculos equivocados para uno de los mayores descubrimientos de la
Historia de la Humanidad.
Imaginaos
ahora a un profesor de telecomunicaciones que en 1987 inicia un proyecto
llamado Newton para Apple, con el objetivo de desarrollar una línea de PDA ….. ¡que
fue un gran fracaso!. Si este hombre hubiera vivido en esta época y en España,
con un contrato eventual en la Universidad o en una empresa de I+D, está fuera
en dos días. En 2010 Apple decide retomar el proyecto IPAD basándose en la tecnología
previamente desarrollada durante el proyecto Newton, lanza el Ipad y el resto
es historia.
¿Por qué en Europa se dio un caso de Renacimiento
tan asombroso en aquellos siglos, con tantos genios que dejaron su huella, y
ahora brillan otros continentes? Porque no había tanto miedo al riesgo y al
fracaso. Entre el fracaso de Fray Luis, el de Colón y el fracaso de la PDA
de 1987 no hay mucha diferencia. Todos sentaron las bases para grandes éxitos
que acontecieron poco tiempo después. Sin embargo, aunque Fray Luis pudo seguir
enseñando y Colón fue nombrado Virrey de las Indias, nuestro amigo de Teleco (500
años después) habría acabado deprimido en su casa tomando Prozac.
Uno de los grandes problemas que tenemos en
Europa es la “carrera del éxito”. El hecho de que los países sean “calificados”
por Agencias (AAA, etc) demuestra muy a las claras lo importante que es salir
bien en la foto. Y no sólo en una, sino en todas. Tener una mala calificación
en una ocasión, o dos… está muy mal visto. El
país de la triple A con los profesionales triple A, sin un fallo, sin un
traspiés, con carreras meteóricas plagadas de éxitos consecutivos. Esto es lo
que se busca. En Europa, el imperio de la imagen ha podido con todo.
Porque,
al final, todo esto es imagen ¿cuál es la “chicha” que hay detrás? Cuando uno
va a una entrevista de trabajo más vale que oculte si una vez le han despedido,
si un proyecto no salió como esperaba; en definitiva, si se sale de la carrera
de la triple A. De hecho, parecen importar más las calificaciones de agencias
externas (másteres, premios, etc) que la experiencia de alguien que ha
recorrido un camino innovador, con lo que eso conlleva. ¿Por qué no se innova tanto como en el Renacimiento? porque para innovar
hay que arriesgarse, fracasar y caer muchas veces; y eso queda mal en el
Curriculum.
Henry
Chesbrough, Profesor en la Haas School of Business de la Universidad de
California, Berkeley (EE UU), cree que "sin fracaso no existe
innovación". "Los mismos
directivos que siempre hablan de innovación suelen ser los primeros en castigar
el fracaso". Sin embargo, el
fracaso es una consecuencia natural de experimentar, ayuda a aprender. Cuando
una persona se adentra en un terreno desconocido, lo normal es que alguna vez
equivoque el camino. Aparte, se necesita mucho coraje y una cierta dosis de
“locura” para sacar los pies del tiesto e investigar aquellas cosas sobre las
que no hay certezas, las que pueden fracasar estrepitosamente. Si fuera tan
fácil hacerlo sin equivocarse ya lo habría hecho todo el mundo, y por tanto ya
no sería una innovación.
Para evitar riesgos, casi todos los programas de ayudas
a la I+D están diseñados para financiar seguridades, no aventuras. Promueven
una ciencia y tecnología predecibles de antemano y llevadas a cabo por equipos
sólidos de carrera triple A. En mi opinión, es bueno que se financie
mayoritariamente a aquellos investigadores que ya han demostrado una solvencia,
pero por el camino se quedan los outsiders,
los que no pueden demostrar nada, fuera de la carrera del éxito y muchas veces
de los convencionalismos sociales. Esas personas corren los riesgos de una auténtica innovación, aunque necesitan de la experiencia y sentido común del investigador sólido para que su idea acabe siendo real. Faltan programas en Europa que conecten a
estas personas, los "locos" outsiders, con los talentos consagrados
para formar equipos visionarios.
Claro,
que para eso el talento consagrado tiene que dar una oportunidad a ese loco que
le viene contando no se qué de las Indias al oeste y encima conseguir
financiación. Igualito que Colón